REFUGIADOS E INMIGRANTES, EUROPA Y NOSOTROS

20 Nov

Compartimos esta reflexión de la Comisión Social de la Unidad Pastoral Santa María de Olarizu de Vitoria-Gateiz (Pais Vasco, España)

 

Setenta y dos muertos asfixiados en un camión contenedor cerrado, la fotografía de Aylan, el niño tumbado muerto sobre la arena de la playa, la reportera húngara derribando al padre con el niño en brazos. Estas y otras noticias e imágenes nos conmovieron al inicio de la “crisis” de los refugiados
La realidad de los refugiados, no solamente de los que recientemente están siendo noticia en los medios de comunicación, sino de todos aquellos millones de seres humanos que sobre todo en África, América Latina o Asia se ven obligados a abandonar sus países por guerras, o persecuciones por razones políticas, religiosas, de raza, nacionalidad o de género, que ponen en riesgo la integridad de su vida y/o su libertad, ha llamado a la puerta de Europa.
Y ante esta llamada, la respuesta de Europa, tan unánime cuando se trata de la “ única posible “ en la economía, dejó de serlo aquí y vimos que ya en Julio, mientras Alemania decía estar dispuesta a acoger hasta 500.000 personas, otros países, entre ellos España que luego ha aceptado acoger a 17.680 y entonces decía no poder aceptar a 2.700, mostraban el más absoluto rechazo a la acogida.
Ante esta situación de cerrazón de algunos países a las razones humanitarias, empezaron las apelaciones a las razones legales, en base al artículo 78 del Tratado Fundacional de la Unión Europea y en base a que el Derecho de Asilo, recogido en el Estatuto Público del Refugiado, consagrado en el Derecho Internacional, le otorga, demostrada su condición de tal, el derecho a que sea acogido en otro país. El argumento legal, acompañado en ocasiones del argumento de ver una oportunidad en esa recepción, por razones demográficas, empezó a tejer una interesada distinción entre el refugiado y el inmigrante por puras razones de pobreza y subsistencia, señalándose que son dos categorías distintas y que mientras aquél es portador de un derecho, éste tiene el derecho de salir de su país, pero no tiene un derecho jurídico ha ser acogido en otro país. Con ello se anunciaba que so pretexto de la crisis de los refugiados, los inmigrantes irregulares iban a quedar en el olvido y su situación sería cada vez mas precaria.
Pero lo cierto es que, avanzado el tiempo hemos podido comprobar, que esta Europa, forjada en las raíces de una civilización de inspiración cristiana, tampoco admite a los refugiados, dando lugar al deplorable espectáculo de columnas de ellos, con niños y ancianos, conducidos de un país a otro, para encontrarse hasta con barreras físicas que les niegan la posibilidad de asentarse en ninguna parte, y teniendo que escuchar que algunos dirigentes políticos nos adviertan del riesgo de infiltración yihadista y hasta que su eminencia el cardenal y arzobispo de Valencia, hable de invasión y de riesgos para la civilización europea.
Y hoy nos encontramos que después de 4 reuniones al máximo nivel, dedicadas a buscar un acuerdo común en el seno de la Unión Europea para resolver el problema de los refugiados, éste no se ha alcanzado.
Sabemos que la raíz del problema de los refugiados se encuentra en las guerras en los países de origen, en la intransigencia política, cultural, religiosa … y sabemos que el problema de la inmigración deriva de una pobreza que tiene su origen en la dominación territorial de unos países por otros en el pasado, que se perpetúa en la actualidad en un nuevo imperialismo colonial, con la connivencia, en muchos casos, de las élites dominantes de los países colonizados. Pero entre tanto perduren esas situaciones a extinguir; aquí y ahora apelemos a la solidaridad en esta Europa, ahora laica, recordando las raíces cristianas y recordando que procedemos religiosa y culturalmente de un pueblo emigrante – “ Tomó pues, Teraj a Abraham, su hijo; a Lot, el hijo de Aram……. los sacó de Ur de Caldea para dirigirse a la tierra de Canaán….. “ Y mas adelante Abraham bajo a Egipto y de Egipto al Negueb y de ahí a Betel para regresar y habitar la tierra de Canaán. Y no habiendo pasto suficiente para los rebaños de Abram y Lot, aquél habitó en las tierras de Canán y Lot moró en las ciudades de la hoya del Jordán.
Y el pueblo de Israel fue también un pueblo sojuzgado en Egipto y en Babilonia, y salió huyendo de Egipto por la persecución del Faraón, buscando también un refugio.
Y exiliados en Egipto estuvieron Jesús, María y José, huyendo de la persecución de Herodes.
Y nosotros, los cristianos de aquí, ¿cómo hemos de responder a los dramas de refugiados e inmigrantes?. Recordemos que entre las obras de misericordia corporales está la de dar posada al peregrino y entre las espirituales las de dar buen consejo al que lo necesita y la de consolar al triste. Posiblemente, nunca sea necesario que alojemos en nuestra casa a un refugiado o emigrante, pero sí nos es exigible que sembremos actitudes de comprensión a la llegada de dichos colectivos, que con nuestra palabra ayudemos a desterrar ese temor e incluso odio que con excesiva frecuencia encontramos en nuestros ambientes y que apoyemos de forma activa con nuestra opinión, colaboración y presencia, las iniciativas de solidaridad que se están promoviendo en nuestra sociedad.

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