EMPLEADAS DEL HOGAR: ¿EL TRABAJO MÁS PRECARIO?
El primero de Mayo me trae a la memoria unas charlas recientes en las que estuve presente organizadas por el Secretariado Social Diocesano – Equipo de Pastoral Obrera, en su XII JORNADAS IGLESIA Y MUNDO OBRERO y con el tema de “Empleadas del hogar: ¿el trabajo más precario?” Fueron tres charlas donde las ponentes nos presentaron la realidad del presente y futuro de este trabajo. El empleo del hogar y del cuidado, muestra uno de los rostros más extremos de la precariedad laboral. Este sigue siendo un sector completamente marginal y desvalorizado que recae sustancialmente en la economía sumergida, formado principalmente por mujeres (entre un 90-95%), y muchas de ellas inmigrantes. Se trata de un empleo que no está valorado, con sueldos míseros, trabajando un montón de horas de más y la mayoría sin contrato, despido libre y sin derecho al paro.
Veamos con mayor profundidad estas afirmaciones: las empleadas de hogar tienen un régimen laboral y de seguridad social especialmente discriminatorio, porque se dedican a tareas domésticas y de cuidado que ocupan un lugar muy bajo dentro de la escala de los verdaderos trabajos. Dependiendo del régimen del servicio, externo o interno, algunos problemas varían. Las que están en régimen externo en muchos casos no tienen el alta en la Seguridad Social, y si trabajan en varias casas es normal que estén solamente de alta en una, manteniéndose en el resto en la economía sumergida. De acuerdo con algunas estadísticas, algo menos de la mitad de las externas sigue recibiendo el salario en mano. En el caso de las internas, que son en su casi totalidad mujeres migradas, el problema son las largas jornadas de trabajo, la falta de descanso y la enorme precariedad de su estabilidad laboral. En el régimen de hogar, el despido es libre y muy barato, y esto afecta a todas las trabajadoras. Pero además, en el caso de las internas, casi un tercio pierde su empleo por fallecimiento o ingreso de la persona atendida en una residencia. En este caso, no tienen prestación por desempleo y la indemnización que reciben, de un mes de salario, no tiene ninguna relación con su antigüedad en la casa.
La situación de las empleadas de hogar tiene relación con la falta de servicios de atención a las personas, ya sean mayores, enfermas o infancia. Por eso, no habrá una mejora real de la situación mientras no se desarrollen otras alternativas de cuidado. El empleo de hogar, tal como lo conocemos hoy, debe desaparecer, porque no hay manera de visualizar un trato justo, en paridad de derechos con el resto de los sectores laborables, mientras siga cumpliendo un papel tan esencial en la cobertura de las necesidades de cuidado, y como “segundo lugar” después de las mujeres de la familia. Eso es lo que explica las jornadas extensas, el no reconocimiento de que las trabajadoras también son personas que enferman, que tienen derecho a desarrollar su vida personal…En todo caso, la situación mejora cuando las trabajadoras reclaman sus derechos frente a los empleadores y frente a la administración pública. Esta última prefiere mirar para otro lado, pero no podemos conformarnos y tenemos que ponerle una y otra vez delante de los ojos todo lo que falta para que el empleo de hogar se trate como otro cualquiera.
Txetxu Arkaute
(Secretariado Social Diocesano – Equipo de Pastoral Obrera. Vitoria-Gasteiz. )